.
El otro día –sí, así simplemente, “el otro día”, no precisemos cual- charlaba con un contribuyente de aquellos a los que en realidad les preocupa su situación fiscal.
Por causas que no corresponden explicar en el presente artículo, dicha persona había tenido diversos movimientos en su cuenta bancaria por los cuales sí o no o tal vez correspondía pagar contribuciones. Movimientos bancarios que el ojo vigilante, el Big Brother de las autoridades fiscales, no iban a pasar por alto.
Un día el susodicho recibió una carta de amor, un poema, una invitación a acercarse a las autoridades y a pagar las contribuciones que sí o no o tal vez le correspondía pagar.
A algunas personas, éste tipo de documentos los hacen vivir los atroces embates de la incertidumbre fiscal: ¿Deben de atender la invitación? ¿Qué pasará si no lo hacen? ¿Así tan rápido les determinaron un adeudo? ¿Ya tienen que pagarlo? ¿Cuánto tiempo tienen para pagarlo? ¿Qué pasa si no pagan? ¿Los llevarán a la cárcel?.
Interesantes cuestionamientos que, válgame la metáfora, podemos resolver con una explicación más mundana, aunque quizá menos docta:
Es como cuando hombre y/o mujer te anda conquistando. Entre los múltiples artilugios existentes, casi por receta médica, siempre llegará el momento de la invitación al café (puede ser al Antro o al Cine, pero para más poético, dejémoslo en café). Esa persona que ha soltado la jauría sobre ti, te invita al café. ¿Qué haces?.
Hay múltiples fórmulas casi filosóficas para resolver dicha interrogante: ¿Me conviene o no? ¿Me gusta o no? ¿Tiene dinero o no? ¿Qué carro trae?. Después de evaluar una serie de parámetros, todo se resume –en la mayoría de los casos- en que si quieres vas, si no quieres, pues no vas.
Una carta-invitación es entonces como una invitación al café, si quiero voy, si no quiero, no voy. Pero es sólo eso: una invitación.
No hay motivo entonces para creer que ya tenemos determinado un adeudo, que debemos pagarlo inmediatamente, y que de no hacerlo nos podrán embargar o incluso llevar a la cárcel. Si no se paga, no pasa nada. Es una invitación.
Cabe destacar que la propia autoridad fiscal plasma en sus amorosas cartas la leyenda:
“Esta carta-invitación no constituye una resolución que determine un crédito fiscal”.
No obstante, no hay que olvidar la frase que escuché de un personaje eterno y popular: ¡MUCHO OJO! ¡Y cuéntaselo a quién más confianza le tengas!…
Pues aunque una carta-invitación no constituye la determinación de un crédito fiscal, si es un indicador de que la autoridad fiscal detectó operaciones por las que sí, no o tal vez corresponde pagar contribuciones. Así que es un atento aviso para que te acerques a tu contador y/o abogado para te ayude a aclarar tu situación fiscal.
.
Diablillo Fiscal